Quatre dies màgics en un entorn natural increïble, únic , que no deixa
indiferent a qui té la sort de
gaudir-ne... CANAIMA!
Ben d’hora, al matí, vaig arribar a l’aeroport de Ciudad Bolivar i després
d’esperar una bona estona a que arribés el pilot, em van fer pujar de copilot a
una mini avioneta de 5 passatgers on amb prou feines m’hi entraven les cames.
Un cop va engegar el motor, entre mig del soroll de les hèlix i les estrebades
donat el mal estat de l’asfalt, vam aconseguir enlairar-nos lentament per sobre
de la ciutat. Va ser un moment força excitant ja que no les teníem totes, com a
mínim jo.
De sobte, com per art de màgia, vam sortir de la zona fosca i ens vam
trobar davant d’un sol brillant, sobrevolant la selva, rius i tepuys
(http://es.wikipedia.org/wiki/Tepuy). Una vista increïble!!!
Durant varis dies vam fer caminades per poder veure cascades que semblaven sortides d’un conte, on et podies banyar mentre l’aigua et queia amb força per sobre, i per on podies passar per darrera per veure com la cortina d’aigua queia mostrant-te, marevellosa, la naturalesa...
Aviat, pel mati, vam caminar una estona fins arribar a un mirador des d’on veiem com la cascada més alta del món. El soroll ja
s’escoltava des de feia estona però des d’aquell punt el ressò de l’aigua era
brutal! La vista cap a l’altra costat també era
al•lucinat. La vall es perdia cap a l’infinit entre mil tonalitats de
verds i marrons...
Vam pujar una mica més amunt, fins arribar just sota el salt d’aigua on hi
ha una bassa molt gran on et pots banyar. Allà, alçant el cap, amb la
perspectiva, sembla que els 979 metres es facin quasi assolibles només aixecant
el braç.
Al cap d’una estona, assentat sobre una roca, escoltant els sorolls que
feia l’aigua al caure, les fulles al
moure’s per la brisa que feia, el cant d’alguns ocells que descansaven a prop
nostre.. i mirant el paisatge de la vall
amb tot de tepuys amb les seves cascades, vaig tancar els ulls per poder sentir tota l’energia que aquest lloc tan
especial, durant milers i milers
protegit i salvaguardat per algunes tribus indígenes, desprèn i es capaç
de filtrar-se per cada petit racó de dins teu...
(Traducción google) Cuatro días mágicos en un entorno natural increíble, único, que no deja indiferente a quien tiene la suerte de disfrutar ... CANAIMA!
Temprano por la mañana, llegué al aeropuerto de Ciudad Bolivar y tras esperar un buen rato a que llegara el piloto, me hicieron subir de copiloto a una mini avioneta de 5 pasajeros donde apenas me entraban las piernas. Una vez en marcha el motor, en medio del ruido de las hélices y los tirones dado el mal estado del asfalto, conseguimos despegar lentamente por encima de la ciudad. Fue un momento muy excitante ya que no las teníamos todas, al menos yo.
Mirando entre las hélices veía que nos dirigíamos directamente hacia una zona de nubes que amenazaban tormenta, algo muy habitual en esa zona y época del año. Efectivamente, en pocos minutos estábamos rodeados de un espesor gris y una cortina de agua que caía y se filtraba por dentro la cabina. Las corrientes de aire y el hecho de que la avioneta era pequeña hizo que nos moviéramos hacia todas direcciones y sintiéramos las turbulencias como nunca. El silencio sólo lo rompía el ruido de la lluvia y la radio que, de vez en cuando, parecía como si quisiera comunicar algo.
De repente, como por arte de magia, salimos de la zona oscura y nos encontramos ante un sol brillante, sobrevolando la selva, ríos y tepuyes (http://es.wikipedia.org/wiki/Tepuy). Una vista increíble!
Aterrizamos en una pista en medio de toda aquella belleza natural y nos dirigimos a unos campamentos que hay en el lugar, preparados para toda clase de turistas. Allí nos presentaron a nuestro guía y formamos un grupo de 10 personas.
Durante varios días hicimos caminatas para poder ver cascadas que parecían salidas de un cuento, donde te podías bañar mientras el agua te caía con fuerza por encima, y por donde podías pasar por detrás para ver cómo la cortina de agua caía mostrando -té, maravillosa, la naturaleza ...
Sin embargo, la experiencia más increíble fue la del segundo día cuando nos embarcamos en una pequeña lancha y subimos río arriba en medio de todos los tepuyes, algunos con nubes bajas que provocaban la sensación de que, estas montañas, llegaran al cielo. Tras un par de horas, llegamos a un pequeño campamento donde pasamos la noche durmiendo en hamacas y escuchando el ruido de animales, habitantes de la selva.
Pronto, por la mañana, caminamos un rato hasta llegar a un mirador desde donde vemos como la cascada más alta del mundo. El ruido ya escuchaba desde hacía rato pero desde ese punto el eco del agua era brutal! La vista hacia el otro lado también era alucinado. El valle se perdía hacia el infinito entre mil tonalidades de verdes y marrones ...
Subimos un poco más arriba, hasta llegar justo debajo del salto de agua donde hay una balsa muy grande donde te puedes bañar. Allí, levantando la cabeza, con la perspectiva, parece que los 979 metros se hagan casi alcanzables sólo levantando el brazo.
Al cabo de un rato, asentado sobre una roca, escuchando los ruidos que hacía el agua al caer, las hojas al moverse por la brisa que hacía, el canto de algunos pájaros que descansaban cerca de nosotros .. y mirando el paisaje del valle con todo de tepuyes con sus cascadas, cerré los ojos para poder sentir toda la energía que este lugar tan especial, durante miles y miles protegido y salvaguardado por algunas tribus indígenas, desprende y es capaz de filtrarse por cada pequeño rincón de dentro de ti ...
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